ÆLFRED EL GRANDE – TRADUCTOR (?)
Septiembre de 2022

Ælfred, nació en el pueblo real de Wantage, en el hoy Condado de Oxfordshire, en 948, 949 o 950 (duda típica de la Edad Oscura*) como hijo menor de Æthelwulf, Rey de Wessex – los sajones del oeste. No pudo tener aspiración de ser el sucesor de su padre, porque era cuarto en la lísta de espera para el trono. Su madre Osburga murió cuando tenía apenas cinco años, y Æthelwulf inmediatamente lo llevó a Roma donde fue recibido en la corte del papa Leo IV para iniciar su educación. Æthelwulf aprovechó el viaje de regreso para afirmar sus lazos políticos del lejano reino con la potencia sobreviviente de occidente (el imperio fundado por Carlo Magno), de paso casándose con Judith, la hija del emperador de los francos Carlos II, “El Calvo”. El novio tenía 59 años; la novia y madrastra de Ælfred, 12.
En esa época los hijos menores solían entrar a las órdenes religiosas, pero por alguna afortunada razón, Leo IV le adjudicó al joven Ælfred la espada y palio de un cónsul romano señalándole un futuro laico. Aunque Ælfred tuvo que recurrir a los monasterios para aprender a leer y escribir, el destino lo llevó inexorablemente a ese futuro: uno tras otro, sus tres hermanos mayores murieron dejando a Ælfred en la cabeza de la sucesión; en 871, su padre murió en o después de la batalla de Reading contra los vikingos, y a la edad de 23 (o 22 o 21), Ælfred ascendió el trono de Wessex.
En esos días, todos los reinos de Britannia estaba asediados. A partir de 850 los vikingos, que habían montado durante años intentos esporádicos de pillaje y destrucción desde Escandinavia, descubrieron que la vela les permitiría hacer viajes más largos con más piratas a bordo, y empezaron a acosar las costas orientales y meridionales de Britannia constantemente, algunas veces en alianza con los daneses, saqueando y quemando los centros religiosos y de comercio en toda la isla (o exigiendo vacunas masivas a los habitantes por no hacerlo), y con canibalismo ocasional.
Ælfred se apostó a la tarea de unificar los reinos del mundo anglosajón (‘los cristianos’ del monje galés Asser, su biógrafo) con el fin de contrarrestar los embates de ‘los paganos’. En alianza con su cuñado Burgrud, rey de Mercia, o los remanentes de los demás Reinos, ensambló un ejército y una armada, y poco a poco logró expulsar a los paganos y hacer que se enfocaran en atacar a Carlos III “El Gordo” y los Francos al otro lado del Canal de la Mancha. Para 988 ya se hablaba de él como Rey de los Anglosajones.
En paralelo de estas hazañas militares, Ælfred se ocupó de la recuperación de la sociedad y la economía de una isla en ruinas. En particular, quiso aprovecharse de la educación. La gran mayoría de los anglosajones no sabían leer, lo cual no era sorpresa porque no había prácticamente nada qué leer en anglosajón. El último legionario había regresado a Roma hacía ya más de 450 años, pero las élites de su eximperio – y especialmente las órdenes religiosas – aún leían y escribían en latín. Ante este dilema clásico de la gallina y el huevo, Ælfred formó un grupo de sabios e instó a sus obispos a hacerse traductores, inicialmente al anglosajón, empezando con la Biblia, tal vez con el mismo ánimo de divulgación de Eusebius Sophronius Hieronymus (Jerónimo) hacía 500 años. Pero él mismo sirvió de ejemplo con obras bastante diferentes, y es interesante especular sobre los motivos de las obras que escogió. Cura Pastoralis de Gregorio Magno, sobre los deberes pastorales del clero para con el vulgo, y los primeros 50 Salmos del Antiguo Testamento, es decir, los mismos que los monjes cantarían a diario en latín. ¿Será que el rey quería dar instrucciones al clero para salir de sus monasterios y atender a sus almas – en su propio idioma? ¿Será que buscaba incentivar a los monjes a terminar la tarea de los Salmos? Y sus demás traducciones suenan casi como un pensum académico de la época: Historiarum adversus paganos, (Libro VII) de Paulus Orosius, la historia de las guerras con los paganos; y la historia de la Iglesia, de Beda. Y dos clásicos de filosofía y espiritualidad: los Soliloquios de Augustín, y De consolatione philosophiae del estadista romano Boethius.
Pero esto queda como especulación, y de hecho, hay muy poco que se puede decir que es cierto. Ejemplo diciente: a 20 kilometros de Wantage, el quondam profesor Patrick Wormald de la Universidad de Oxford decía “No hay razones válidas para dudar que [las obras atribuidas a Ælfred] fueron realmente escritas por él”, mientras el también profesor de Oxford M.R. Godden, con igual contundencia, asevera que “En mi opinión …… [Alfred] no ‘escribió’ nada.” ¿No sería mejor dejar la Edad Oscura como tal, y reflejar que en todo mito, hay algo de verdad?
Bibliografías:
-The Anglo-Saxon Chronicles (https://archive.org/stream/Anglo-saxonChronicles/anglo_saxon_chronicle_djvu.txt)
-The Anglo-Saxons, Marc Morris, Penguin Books, 2021
-The Life of King Alfred, Asser (s. X), Amazon, 2021
-Did King Alfred write anything? MR Gooden en Medium Aevum Vol LXXVI No. 2, 2009 (en JSTOR)
-Gesta Regum Anglorum, Willam of Malmesbury (s. XII) Trad. R.A.B.Mynors, OUP, 1998
-C.P. Wormald en Dictionary of National Biography, OUP, 2004
- R.W. Southern, The Making of the Middle Ages, Yale University Press, 1953
(*) Todas las fechas citadas varían de autor en autor. Las fechas utilizadas aquí son las de Marc Morris.